MASTERS OF SEX
No soy partidaria de ver series de televisión, principalmente porque no me gusta crearme dependencias, pero ultimante he tenido mucho tiempo libre y me he enganchado, como una auténtica adicta, a ver casi todos los capítulos de las 2 temporadas de Masters of Sex.
La expresión que más se acerca a la experiencia de verlos podría ser....... "Un auténtico placer", y no porque la serie trate de sexo, que también, sino porque ha sido una grata sorpresa comprobar que se puede hablar de estos temas, en principio escabrosos, con naturalidad, rigor y buenos criterios. Y si a todo ello le añadimos el plus de la calidad de los actores, la excelente puesta en escena, los diálogos fluidos y un sin fin de dealles estupendos ..... el resultado es "placentero".
Para los que no lo sepan, la serie está basada en la historia real de los dos personajes centrales, el ginecólogo Williams Masters y la trabajadora social Virginia Johnson, investigadores que llevaron a cabo uno de los estudios más fructíferos sobre sexualidad humana, realizado entre finales de los 50 y principio de los 60 en la universidad de Washington.
Es cierto que muchos de sus postulados han caido en desuso, a raiz de nuevas investigaciones que los cuestionan e incluso los invalidan. También lo es que algunos de sus planteamientos eran bastante especulativos, pero hemos de reconocerles su valentía, audacia y temeridad, al atreverse a poner en marcha semejante investigación, en la época y la sociedad en las que les toco vivir.
No es mi intención hacer un análisis de su trabajo, lo que realmente me interesa, lo que en principio me ha animado a hablaros/escribir sobre ello, es exponer algunas consideraciones que me parecen oportunas y que son fáciles de apreciar cuando ves la serie con ojos analíticos.
El primer punto a destacar (arrimando el ascua a mi sardina), es la evidente importancia que tienen los aspectos psicológicos en el abordaje y tratamiento de la disfunciones sexuales.
En uno de los capítulos, en el que se está hablando de la impotencia masculina (también existe en las mujeres aunque casi nadie hable de ello), una de las protagonistas, que había ejercido como prostituta antes de trabajar para ellos en el estudio que realizan, les explica que tanto ella como sus compañeras de trabajo tenían métodos para combatirla, algunos tan simples como hacerles tomar (a sus clientes flojeras) alguna bebida común diciéndoles que era un potente vigorizante con el que lograrían erecciones firmes y duraderas. Virginia también consigue darse cuenta, tratando el mismo problema de disfunción erectil, que la mera prohibición de cualquier contacto sexual en el que intervengan los genitales (prohibir la propia erección) daba buenos resultados.
Estos dos métodos tan sencillos y tan baratos, siguen siendo a día de hoy igual de eficaces y se siguen empleando en muchos momentos del trabajo terapéutico. El efecto placebo (que se consigue recetando algo inocuo haciendo creer al paciente que es el mejor remedio para su dolencia/dificultad) da muy buenos resultados cuando el sujeto en cuestión confía plenamente en quien se lo ofrece. También es evidente que casi nada tiene tanto poder de excitación como lo prohibido, sobre todo cuando además se despeja (paralelamente) el camino, eliminando la ansiedad de rendimiento. Si le dices a un varón que se abstenga de practicar la penetración porque quieres trabajar otros aspectos de la intimidad sexual y que el coito queda bajo veda, seguro que a la primera de cambio se la salta y ejerce de furtivo.
Resulta complicado trasmitir con palabras aquello que las imágenes hacen de manera simple y directa, magnícas escenas de la serie en la que puede observarse claramente el debastador efecto del miedo cuando hace su aparición en las relaciones de pareja. Aparece oculto tras el falso orgullo, la rabia, los celos, ....., pero siempre con el mismo resultado: cargarse todo lo que encuentra en su camino.
Os animo a que, si podéis, veáis la serie, pero sobre todo a reflexionar sobre lo importante que es saber distinguir la enorme diferencia que existe entre lo que tememos y lo que deseamos. Si le damos las riendas al miedo nos perderemos todo lo interesante que siempre se encuentra detrás de aquello que podemos y debemos desear.